Líder de la nada

Como un rey desterrado, como un líder sin seguidores, como un amante sin amada. No queda más que agachar la cabeza al pasar por lugares donde no hace mucho tiempo era poderoso. Lugares donde la gente quería ser liderada porque no quedaba nada, lugares donde los sentimientos le jugaban a la mente malas pasadas soñando con lo imposible. ¿Dónde quedan todos esos principios de los que se presumía? ¿Fueron olvidados entre borracheras o fueron creados por ellas? Al final el único principio que va a destacar por encima de todos en cualquier persona es el egoísmo. Toda persona actúa conforme con lo que la haga sentir mejor. Al líder sólo se le sigue hasta donde interesa; luego o se busca el bienestar propio a través del camino de la lealtad, o el bienestar propio a través de otro camino más lejano. Porque querer está bien, pero olvidar es menos doloroso y conlleva menos riesgos. Y el que quiere de verdad probablemente sea un iluso que se niega a ver la realidad. Y el que olvida de primeras probablemente sea un cobarde. Con esfuerzo siempre hay más posibilidades de obtener un objetivo, pero también mayor miedo a fracasar, lo que conduce a envidiar a aquellos que obtienen sin esfuerzo aquello por lo que tanto se ha sudado. Intentarlo es el primer paso hacia el fracaso, pero permanecer en el sitio compadeciéndose de uno mismo es todavía peor, la mayor de las humillaciones. Aunque nadie quiere seguir a un líder para quedarse en el intento. Y uno que consiguiera todo lo que se propone acabaría aterrando al mundo entero. Al final es lo de siempre; todos los tontos tienen suerte, todo trabajador tenga o no éxito acaba deslomado y todo líder acaba destronado.

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