Todo hombre sueña con ser broker

Todo hombre sueña con ser broker

Vale, puede que su sueño no sea ser agente de bolsa, pero eso es porque no ha visto El Lobo de Wall Street, o bien porque es un poco mojigato. Eso ya lo tendrá que reflexionar usted tranquilamente.

El Lobo de Wall Street es una genialidad de principio a fin. Nada más ver los primeros treinta segundos no le quedará más remedio que darle las gracias a Scorsese por la obra maestra que está a punto de contemplar. Es algo así como bendecir la mesa antes de comer.

Si usted mezcla en una coctelera a Scorsese y a DiCaprio, le añade un poco de zumo de limón, un par de buenas actrices y el cuento de los Tres cerditos, ya tiene un producto de Oscar. Todas las carencias que haya se las taparan el director y el protagonista. Imagínese entonces lo que puede salir de algo que no es un cuento, sino una biografía de un auténtico lobo feroz, Jordan Belfort. DiCaprio esta vez sí que interpreta al verdadero rey del mundo.

La película se resume en 180 minutos de sexo, drogas y dinero volando. Y aun así se hace corta. Con Jonah Hill (más conocido como el gordo que dibuja pollas en Supersalidos) desatado, el humor predomina en todo el metraje. Actuación de Oscar la de este actor, que parece que puede dar mucho más de lo había enseñado anteriormente. También destaca y mucho Margot Robbie, con tan sólo 23 años es capaz de transformarse en una diosa de la gran pantalla. No corta de encantos, acaba poniéndole un tacón en la cara a DiCaprio, en la que seguro se convertirá en una escena icónica del erotismo en el cine. Es una actriz espectacular en todos los sentidos. Pero por encima de todos está Leonardo. La película está hecha para hacerle brillar. No se recordaba algo así desde lo de Zidane en Glasgow. Su interpretación es tan sublime que debería ganar todos los Oscars de todas las categorías, puede que así la Academia recuperase algo de credibilidad.

El Lobo de Wall Street muestra al hombre en estado salvaje, guiado por sus instintos y tentaciones más básicas. Puede que Jordan Belfort fuera un cabrón, pero no hay un sólo hombre en el mundo que haya visto la película y no haya deseado vivir esa vida. Yo veía a DiCaprio lanzar fajos de billletes por los aires, rodeado de tetas y drogas, y sólo podía suplicarle a Dios que me diera la oportunidad de tener esa experiencia, aunque sólo fuera por unos minutos. Parecía casi cruel que un agente del FBI quisiera detener a alguien por llevar la vida que llevaría el mismísimo diablo. Es casi imposible no odiar a un policía que amargado en su vida de mierda quiere acabar con la fiesta de otros. Pero al final nada tiene más peso que la ley, y lo que es casi de ley es el cine de Scorsese.

Decía Samuel Johnson que todos los hombres se desprecian a sí mismos por no haber sido soldados o no haberse echado a la mar. Yo añado: también por no haber sido brokers una vez vista El Lobo de Wall Street.